Colombia: Entre el embarazo adolescente y la esterilización temprana
Aunque el embarazo a edades tempranas se ha reducido moderadamente en Colombia, sigue siendo considerable el número de nacimientos no previstos por sus madres.
La Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) 2010, cuyos resultados fueron presentados a finales de marzo, reveló que, si bien el embarazo en adolescentes bajó un punto en los últimos cinco años y más de la mitad de las mujeres planifican antes su primer hijo, 52 por ciento de las niñas y niños nacidos no fueron planeados o deseados. Cada cinco años, Profamilia, institución privada proveedora de servicios de salud sexual y reproductiva, realiza la ENDS para tomarle el pulso a la situación demográfica y de salud en Colombia, con énfasis en fecundidad y planificación.
El número de hijos por colombiana (tasa de fecundidad) pasó de 2,4 en 2005 a 2,1 en 2010; no obstante, si el porcentaje de hijos no deseados se hubiese podido evitar, cada mujer tendría un promedio de 1,6 hijos, de acuerdo con un análisis de la investigación.
Muchos de estos hijos no deseados son resultado del embarazo adolescente; es decir, de mujeres entre 15 y 19 años. Ese indicador bajó de 20,5 por ciento a 19,5 en los últimos cinco años.
Esa disminución no es significativa para Gabriel Ojeda, gerente de Investigaciones de Profamilia, aunque reconoce que «se quebró la línea ascendente». El dato implica que una de cada cinco adolescentes ya es madre o está embarazada.
En efecto, desde 1990 no había parado de aumentar el embarazo en menores de 19 años. En 1990 marcó 13 por ciento; en 1995, 17; en 2000 fue de 19 por ciento y en 2005 llegó a 20,5.
Este porcentaje no refleja los esfuerzos del sistema de salud, que ha aumentado el acceso a métodos de anticoncepción, tanto por la ampliación de la cobertura como por su gratuidad.
De hecho, la ENDS reveló que cerca de 48 por ciento de las mujeres no sabe que la entidad prestadora de salud está en la obligación legal de proporcionar métodos anticonceptivos en forma gratuita.
«El sector salud ha funcionado bien, pero le falta acoplamiento con el educativo. Además, la minoría de las instituciones educativas tiene profesores capacitados en educación sexual», afirmó Ojeda.
En tanto, «el Ministerio de Educación hace ‘la vista gorda’ a este problema, ya que no ha querido ejercer un monitoreo y evaluación del programa de educación sexual y no ha exigido a los planteles educativos que tengan profesores capacitados», agregó el ejecutivo de Profamilia.
La encuesta encontró que la persona que brinda la educación sexual en los colegios es, en la mayoría de los casos, el profesor de biología o anatomía, seguido de un asesor del hospital o centro de salud, el profesor de educación sexual, el de ética o religión, el psicólogo, el profesor de otra materia o un asesor de Profamilia, en ese orden.
El embarazo en mujeres adolescentes es preocupante y, médicamente, se considera de alto riesgo, pues el tamaño de los huesos de la pelvis, la madurez del cuello uterino y el desarrollo de la vulva genital externa (que incluye labios, clítoris y abertura vaginal) no son aptos, a esas edades, para un parto vaginal.
Por ello, la mortalidad materna en adolescentes es alta. Además, quienes sobreviven tienen aún más riesgos, pero de tipo socio-económico.
Investigaciones mundiales y regionales han revelado que las mujeres que son madres a edad temprana tienen menos probabilidades de terminar la educación secundaria y completar alguna formación para el trabajo, lo que limita sus posibilidades laborales a cargos de bajos salarios y, de este modo, se reproduce el círculo de pobreza.
Los hijos e hijas de madres menores de 19 años tienen mayores tasas de mortalidad y morbilidad, además de ser más propensos a enfermedades respiratorias.
«Por fortuna, mi hija nació bien, pero no sé si pueda volver al colegio», comentó Maricela, de 16 años, madre adolescente de Sesquilé, una comunidad rural cercana a la capital colombiana. Kevin, el padre de su niña, tiene 17 años y está trabajando como conductor por contratos de horas para poder aportar algo de dinero a la manutención de su hijita.
Tanto Maricela como Kevin continúan viviendo en casa de sus respectivos progenitores, igual a la historia de los padres de Kevin. Su madre, Diana, tuvo a Kevin cuando era estudiante de secundaria, en la misma población. Luego ella no continuó sus estudios y siguió viviendo en su hogar materno, dedicada a las labores domésticas.
Pese a las críticas sobre la educación sexual, la encuesta reveló que el índice de embarazo en adolescentes es más bajo entre las mujeres que han recibido esta educación (19 % ya está embarazada o es madre), en comparación con las que no la han recibido (51 %).
La investigación también encontró que tres de cada cinco mujeres considera que les ha faltado mayor educación sexual para su vida diaria y 88 por ciento de las colombianas empieza a usar métodos anticonceptivos entre los 15 y 19 años.
Sin embargo, por encima de los métodos anticonceptivos, la mayoría de ellas opta por anular su capacidad de reproducción recurriendo a la ligadura de trompas.
Un hallazgo alarmante es que una quinta parte de las mujeres en edad fértil se ha realizado la ligadura antes de los 25 años de edad. Si bien para Ojeda esta es una opción que, por derecho, tienen todas las colombianas, no deja de ser un indicador que preocupa, en tanto supone que a tan temprana edad han tenido varios hijos y no pueden con otro más.
Además, este índice tiene relación estrecha con el grado de educación. La ENDS encontró que, a mayor educación, menor es la fecundidad. La diferencia encontrada es de casi tres hijos entre las mujeres sin educación y las que tienen educación superior.
De ello se puede colegir que las jóvenes más pobres y con menor educación están teniendo más hijos, a más temprana edad, y ponen fin a su fecundidad siendo aún muy jóvenes. Como resultado, el círculo de pobreza se repite generación tras generación, como en el caso de Maricela y Kevin.
Fuente: http://www.elmercuriodigital.net
Source: Abril 2011