"Hablamos del aborto no como trauma, sino como una experiencia más"
Dahiana Belfiori forma parte de Socorristas en Red, que lleva cinco años acompañando a mujeres argentinas que interrumpen su embarazo de manera segura en el país.Se estima que cada año se practican alrededor de 400.000 abortos en Argentina, donde solo es legal en casos de violación o por motivos de salud
Dahiana Belfiori es escritora y feminista. Y socorrista: desde 2012, forma parte de Socorristas en Red – Feministas que abortamos, una red de más de 40 colectivos que acompañan a mujeres en Argentina que quieran abortar de manera segura usando un medicamento llamado misoprostol.
La iniciativa surgió de la campaña nacional por el aborto legal, seguro y gratuito. En Argentina, el aborto sigue figurando en el Código Penal, y sólo es legal en casos de violación o por motivos de salud. En 2012, la Corte Suprema de Justicia del país puntualizó el alcance de estas causas, sobre todo la de salud, que se entiende en un sentido amplio que incluye la salud mental.
Cualquier mujer que acuda a un centro de salud público o privado y alegue uno de estos dos motivos debería tener garantizado el derecho a interrumpir su embarazo. Pero esto no siempre ocurre: varía según las zonas del país y según la voluntad del propio personal sanitario, que a veces antepone sus creencias personales a la ley.
Cuando eso falla, o cuando las mujeres deciden interrumpir sus embarazos fuera del sistema de salud oficial, están las socorristas: feministas formadas en la práctica del aborto seguro que acompañan a las mujeres desde que comienzan a considerar la posibilidad de abortar, mientras lo hacen y en el proceso posterior.
Se trata, como dice Belfiori, de un activismo «cuerpo a cuerpo». Una práctica con definiciones políticas claras: que las mujeres puedan elegir cómo interrumpir sus embarazos. En 2015, se publicó en Argentina el libro Código Rosa. Relatos sobre abortos. Dahiana Belfiori es su autora y ha pasado por Madrid para presentarlo.
Socorristas en Red recuerda a Jane Collective, el grupo clandestino de feministas de Chicago que entre 1969 y 1973 ayudó a muchas mujeres a abortar de manera segura y se anunciaba en la sección de clasificados de los periódicos: «¿Embarazada?¿Necesitas ayuda? Llama a Jane». ¿Cuál es la genealogía de la red?
Cuando decidimos crear la red, fue muy importante para nosotras reconocernos en los grupos feministas que hacían acompañamientos de aborto, y no solo de abortos, sino también de partos, como el MLAC (Mouvement pour la liberté de l’avortement et de la contraception), y el Socorro Rosa italiano, del que de hecho tomamos el nombre. Y, sin duda, en Jane.
Nos sorprenden mucho las similitudes que hay entre todas nosotras. También el hecho de que 30 años después sigamos haciendo de alguna manera lo mismo. Es una constatación de que los derechos de las mujeres están siempre en un territorio de disputa.
¿Cómo funciona Socorristas en Red? ¿Cómo se ponen en contacto con ustedes las mujeres que deciden abortar?
Las mujeres consiguen el teléfono en la web o a través de alguna amiga a la que hayamos acompañado. A veces, son los propios centros de salud los que les aconsejan que contacten con nosotras. Con la práctica, tenemos información de cómo realizar el protocolo de manera segura que, debido a la falta de formación específica, el propio colectivo médico a veces no tiene.
Nuestros acompañamientos son feministas: garantizamos un acompañamiento de principio a fin, cuidado, entendiendo los contextos y los niveles de autonomía de cada mujer. Y propiciamos el paso por el sistema de salud de la manera más amigable posible, con médicos y médicas sensibilizadas.
¿En qué consisten esos acompañamientos?
Al teléfono les pedimos ciertos datos básicos y después nos encontramos con ellas en persona. En nuestro colectivo, hacemos una reunión conjunta con las mujeres que hayan llamado esa semana. Lo que ocurre en esas reuniones es muy importante porque se politiza la práctica del aborto y se vive de otra manera.
En ese encuentro compartimos el protocolo sobre cómo abortar con medicamentos. Después cada mujer decide dónde y con quién quiere realizar el procedimiento. Y nosotras estamos disponibles al teléfono en cada momento para que nos contacten en cuando quieran o cuando lo necesiten. También las apoyamos en los chequeos posteriores en los centros de salud.
¿Cómo es su relación con el sector sanitario? ¿Hay colectivos que apoyen la despenalización del aborto?
Para nosotras, tejer redes con ese sector es una estrategia más para conseguir la despenalización y la legalización del aborto. En 2015 se conformó la Red de profesionales de la salud por el derecho a decidir, profesionales sanitarios que garantizan los abortos y sensibilizan a sus colegas.
Esta red, a iniciativa de médicas de la ciudad de Rosario, consiguió que hace pocos días se aprobara una cátedra de aborto en la facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario. Así, cualquier estudiante de medicina puede elegir una materia optativa sobre este tema. El aborto entra directamente en el plan de estudios de Medicina.
Parece que en los diez últimos años el aborto ha pasado de ser un tema tabú en Argentina a ser un tema de gran vigencia en el debate público.
En 2005, la Campaña Nacional por el derecho al aborto instaló el debate por el derecho al aborto en el país y desarrolló un proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo hasta la semana 14º. Este proyecto se presenta en el Congreso cada dos años, pero el Estado argentino nunca lo ha debatido allí. Es una deuda enorme de la democracia argentina con la vida y la salud de las mujeres. Pero la percepción social ha cambiado, sí: ahora se habla de aborto. Aun así, sigue habiendo muchos mitos.
Y una de las maneras de romper esos mitos es el libro que ha venido a presentar en Madrid: Código Rosa. Relatos sobre abortos. ¿Cómo nació la idea de escribir un libro de ficción?
Durante 2012, el colectivo La revuelta Colectiva Feminista, en Neuquén, tomó testimonio a las mujeres que acompañaron, y me propusieron hacer un libro que ficcionalizara esos testimonios. Por una parte, queríamos mostrar la diversidad de las mujeres que abortan: mujeres con pareja, sin pareja, en situación de violencia, jóvenes, mayores, extranjeras, etc.
Por otra parte, el uso de la ficción es una decisión ética, estética y política. Pensamos que a través del arte se puede ejercer otro tipo de transformación. Se trata de instalar otras narrativas: que la narrativa sobre el aborto no se centre en el trauma, sino que se entienda como una experiencia más en la vida de una mujer. Es una experiencia sin duda compleja, pero no necesariamente traumática ni de silencio.
Uno de los relatos del libro reflexiona sobre el silencio. Una mujer boliviana responde siempre con frases cortísimas sobre su experiencia de aborto, y eso genera una reflexión muy profunda sobre la relación entre la escritura y el feminismo, el silencio y la voz.
Sí, una inevitablemente se siente hermana de esa mujer que claramente quiere ser entrevistada y que, en lugar de hablar, dice con el silencio. Para mí, ser feminista es, también, haber salido de un silencio. Por eso para nosotras era tan importante sacar el aborto del marco de lo oculto.
Cuando una puede hablar sobre su experiencia, cuando puede contar con otras mujeres y con personas que le acompañan, el aborto no tiene esa carga moral. Es algo muy cotidiano: en Argentina hay entre 400.000 y 500.000 abortos al año según las cifras oficiales de Ministerio de Salud. El aborto puede ser vivido de otra manera. Por eso construimos también estos otros dispositivos.
Y esto tiene que ver también con la práctica feminista. Hay algo importante en acercarnos a la experiencia como posibilidad de contar de otra manera lo que estamos permanente argumentando las feministas: salir de la argumentación y acercarnos a la experiencia real de las mujeres que están abortando aquí y ahora, todos los días.
Información tomada de http://www.eldiario.es/
Source: Junio 2017